RECICLAJE POLITICO
La profunda crisis de las estructuras partidarias y el fortalecimiento del discurso antipolítico desvalorizan la política representativa, se los acusa de ser los causantes principales de las crisis nacionales, pues no pudieron desarrollar una política capaz de satisfacer las necesidades de los ecuatorianos, sin duda ahora han sido reducidos a su mínima expresión. No estuvieron capacitados para hacer frente al progresivo deterioro de la sociedad, pero sobre todo se perdió la capacidad para hacer política y la vocación de servicio. Dejaron de hacer labor de cambio en beneficio social, dejaron de ser referentes éticos y sociológicos para garantizar una cohesión de la sociedad, lo que dio paso a una política clientelar, cuyo centro fue el marketing y el espectáculo, y se perdió por completo la cercanía con la gente. Estuvo presente el centralismo, el caudillismo y autoritarismo, pues las decisiones venían de la cúpula y del centro del partido, todo se decide en la ciudad capital, aunque los partidos a su interior tenían organismos directivos, su manejo era vertical y no horizontal, dicho de mejor manera si quieres ser candidato debías ser de la directiva del partido, o la pregunta más concreta: ¿cuánto tienes para ser candidato? No importan las elecciones internas, ni lo que digan las bases, se manejaron como dueños de empresas, pero además si no tenían la posibilidad de ser candidatos, conformaron su propio partido, eso es corporativismo; y debido a su visión de corto plazo, se ocuparon de las candidaturas, de las elecciones, de los mecanismos electorales, y la salud, la educación, el desempleo, la pobreza, la marginación, la inseguridad social en el olvido, su único objetivo fue durar el mayor tiempo posible en el poder.
Desde hace muchos años el desencanto es ciudadano y se lo ha manifestado, pero en estos últimos meses los desencantados son los desencantadores, es decir, los pocos que quedaban en lo poco que aún existe de los partidos políticos, han dicho no sentirse identificados y han declarado públicamente que se van porque las cúpulas se han equivocado y en concordancia con sus más íntimas convicciones no deben ni pueden seguir en esos espacios donde no comulgan.
Más allá de renovar la militancia se debe reciclar, los que ya no tienen que estar ya no estarán y los que fielmente se debieron a sus postulados y por sobretodo estuvieron a tono con la gente que los eligió, deben liderar propuestas nuevas con cautela de no seguir los mismos malos pasos. Mónica Banegas Cedillo
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